miércoles, 10 de febrero de 2010

俳句と私 Haiku y yo

Resulta cautivante, desde el primer acercamiento, descubrir la paradoja que encierra el haiku.
Por un lado, su extrema brevedad y el rigor formal, que contienen, sosiegan al poeta.
Por el otro, una musicalidad que ofrece horizontes abiertos de libertad expresiva.
Mientras el poema va naciendo, las barreras entre lo lógico y lo irracional tienden a diluirse.
El espacio acotado y el ritmo moroso acompañan en la búsqueda de la palabra develadora, del verbo poético.
En el aquí y el ahora de un mundo ambiguo y confuso, cuando el poeta se pregunta quién es, hacia dónde va,
el haiku abre, por un instante, un agujero en el muro del universo.
Y deja atisbar una certidumbre, una revelación:
·la luz acuciante de la verdad entre los escombros que nos rodean,
·la siempre posible correspondencia entre el hombre y la sagrada naturaleza.
Se lo repito, me siento honrada por participar de este encuentro.
Y me siento dichosa por imaginar que haikus occidentales dialogarán con haikus orientales, representando cierta esperanzada metáfora de un mundo más sereno y hermanado. S.L (CAPITAL)

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